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Julio Caro Baroja escribió hace años que "Toledo, en sí, es un lujo que tiene España". Esta ciudad declarada el 28 de noviembre de 1986 por la UNESCO "Ciudad Patrimonio de la Humanidad" ha sabido conservar un patrimonio inigualable que hunde sus orígenes en el Neolítico.
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Todos los pueblos que han llegado a la Península Ibérica han dejado huella de su cultura en esta ciudad definida ya por el romano Tito Livio como "parva urbs, sed loco munitia" (lugar pequeño pero bien fortificado). Su entrada en la historia se produce en el año 192 antes de Jesucristo, al ser conquistada por las legiones romanas.
La civilización romana la denominó ya como Toletum. Bajo su dominación se construyeron templos, teatros, anfiteatros, circos, murallas y acueducto. Algunos de los restos de estas edificaciones todavía son visibles y visitables, como ocurre con el Circo Romano en la zona de la Vega Baja. Con la desaparición de la Hispania romana, la ciudad fue ocupada por pueblos germánicos.
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Los visigodos la convertirán en su capital, extendiendo su reino a toda la Península. La conversión de su rey Recaredo, en el año 587, y la celebración en ella de los concilios visigóticos iniciaron la vinculación de la ciudad con el cristianismo, que culminarían siglos después con su designación como sede primada de España.
Con la llegada de los musulmanes a principios del siglo VIII la ciudad pasa a denominarse Toleitola. A partir de entonces comenzó a fraguarse la tolerancia entre las tres culturas y religiones (judía, musulmana y cristiana) no exenta de épocas de tensión y enfrentamiento.
Las tropas cristianas de Alfonso VI entraron en Toledo el 25 de mayo del año 1085 poniendo fin a la dominación árabe, aunque la conquista completa de la Península Ibérica no se produjo hasta el año 1492. En esos siglos medievales, la ciudad de Toledo es sede de la Corte y capital de la monarquía castellana. Fue en esos siglos cuando se desarrolló la conocida como "Escuela de Traductores de Toledo".
Bajo el amparo económico y la protección de los arzobispos toledanos, eruditos judíos y cristianos mozárabes se encargaron de la traducción de un buen número de obras clásicas, griegas y romanas, escritas por Aristóteles, Ptolomeo e Hipócrates, entre otros, y que llegaron a España en copias manuscritas escritas en lengua árabe.
Toledo en el siglo XVI alcanzaría su mayor esplendor, incluso después del traslado de la capitalidad a Madrid en el año 1561. La población era entonces de unos 70.000 habitantes, cifra que sólo ha sido superada en los últimos años del siglo XX.
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La única institución importante que quedó en la ciudad fue la iglesia, por lo que llegó a ser considerada como segunda Roma, y no faltan autores que la califican en los siglos XVI al XVIII como ciudad convento.
En ese ambiente producirá sus mejores cuadros un pintor de origen cretense llamado Domenico Theotocopuli, más conocido como El Greco, valorado muy singularmente por las vanguardias artísticas contemporáneas.
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La decadencia económica y demográfica sufrida desde el siglo XVII sólo empezará a ser paliada en la segunda mitad del siglo XVIII con la revitalización de la industria de tejidos de seda y con el establecimiento de la Real Fábrica de Armas Blancas.
En el siglo XIX el motor económico lo constituirán los centros de instrucción militar (Academia de Infantería, Escuela de Tiro) y el comienzo de la llegada de un sinfín de viajeros alentados por su imagen romántica. Novelistas como M. Barrés o poetas como Rilke difundirán la belleza de Toledo en sus publicaciones.
La ciudad burócrata y militar del siglo XIX dará paso en el siglo XX a una urbe que fomenta su valor patrimonial y artístico y se convierte en uno de los focos turísticos más importantes de España. Todos los estilos arquitectónicos y todas las culturas han dejado muestras singulares de su presencia en Toledo.
Las autoridades públicas han hecho grandes esfuerzos por mantener ese legado en adecuadas condiciones, lo que es valorado por los cientos de miles de personas que la visitan cada año.
El calificativo que recibe de ciudad-museo se basa en la existencia de grandes centros museísticos como el Museo de Santa Cruz, el Museo Sefardí, el Museo de la Catedral Primada , el Museo del Taller del Moro, el Museo de los Concilios y de la Cultura Visigoda, el Museo del Alcázar, el Museo de Victorio Macho y la Casa-Museo del Greco.
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